lunes, 15 de septiembre de 2008

Venecia, arrivederci Italia

Llegamos a Venecia a las 6 pm. La parte de la ciudad que esta en el continente parece horrible. Pero la isla nos recibio con una tarde bellisima. En la estacion, un tipo con todo el aspecto de un centurion romano nos ofrecio una habitacion con banio y cocina por 50 euros, lo mas barato en Venecia. Seguimos a Cayus Crasus, quien no paro de despotricar contra los inmigrantes ilegales, mientras veiamos la Regata Historica de gondolas pasar por los canales a nuestro lado.

Lo que he visto de Europa hasta ahora esta lleno de inmigrantes ilegales, gente de africa del norte (los ‘top manta’), y de Bangladesh sobre todo, que se dedican a la venta de copias truchas. En cada ciudad los tenes en las calles mirando para todos lados buscando un policia, aunque pareciera estar todo arreglado.

El hotel era perfecto, un mini departamento con la habitacion en el altillo. Pero nosotros estabamos destruidos por el arroz un poco viejo que habiamos almorzado. Asi que con un sertal adentro nos dormimos a las 9.


Dia I

Tengo que decirlo, Venecia me agobio en un principio. Por mas que me recriminase recordandome donde estaba, no conseguia mejorar mi humor. Estabamos constantemente rodeados de cientos y cientos de ingleses, japoneses, alemanes, espanioles y franceses que convertian la ciudad en un shopping gigante. Parecia imposible que hubiera espacio para tanta gente en la isla.

Pinocchio, furor italiano


Despues de levantarnos, ya recuperados, nos metimos en un ciber para que Nela se matriculara en la facultad. Terminado eso comenzamos el dia abriendonos paso enter las calles venecianas hasta llegar a la Piazza San Marcos. El calor agobiante del mediodia y la masa humana concentrada nos expulsaron de ahi, y asi nos internamos en la Venecia menos turistica, y por ende mas tranquila. Despues de un rato llegamos al Arsenal, o el fuerte de la ciudad, en el extremo oriental de la isla.


Con sandwichitos de queso y manzanas paseamos por los barrios donde realmente viven venecianos, donde las bombachas cuelgan de las ventanas y las viejas tejen reunidas en la plaza. Asi nos cruzamos con un viejito que nos conto que era de la region de Istria, en Croacia, de donde provenia la piedra utilizada en la mayoria de las construcciones de Venecia. Luego nos dijo que habia venido a Italia cuando en su tierra los empezaron a enterrar vivos en fosas. Quienes? Por que? Sera necesario un nuevo encuentro.



Nuestra busqueda de un espacio verde termino en un parque en la punta sudeste de la isla, de cara al mar. En esa zona Venecia se parece mucho al Tigre, con islas llenas de arboles, lanchas de transporte y el sol de la tarde reflejado en el agua verdusca. Con aire renovado nos pusimos a caminar (notese que siempre, siempre caminamos) bordeando la laguna. Pasamos el puente de los suspiros, lamentablemente en obras, y regresamos a San Marcos. La iglesia, la torre, los pilares uno con el leon alado y el otro con el santo, el palacio del ducado. San Marcos es sin duda la plaza que una ciudad como Venecia merece.



Con los ultimos rayos del sol iluminando las imagenes doradas de la fachada de la basilica, nos fuimos a ver lo que quedaba del atardecer a la costa que da a la isla Giudeca. Ya de vuelta escuchamos el acordeon de un viejito con cara de ruso, que me dejo con ganas de mas musica. Para mi sorpresa, cuatro restaurantes de la Piazza San Marcos disponian de su propia banda con violines, piano, clarinete, contrabajo. Unas al lado o enfrente de las otras, era como si compitiesen por el publico que ovacionaba a una u otra a piacere. Y en el medio estabamos nosotros, nuevamente con nuestros sandwichitos depuradores, disfrutando de una noche genial.



Despues de buscar las mochilas nos fuimos a la estacion con miras a pasar una noche cuando menos tranquila. Luego de un rato de esperar a que amainara el torrente de gente, fuimos a un rincon resguardado a echarnos en las bolsas de dormir. Unos japoneses se pusieron a gritar muy inoportunamente detras de la columna que nos servia de refugio. Los putee en espaniol, no se si entendieron la semantica del comunicado, pero se fueron. Al poco tiempo cuando todo parecia acomodarse a nuestras expectativas, paso lo peor. Dos policias en carrito de golf se estacionaron frente a nuestras impotentes figuras para informarnos que no se podia dormir dentro de la estacion.

La tragedia fue inmesurable. Los canas no oyeron razones y nosotros salimos de la estacion y nos metimos en una parada de bus acuatico. Y asi me encontraba yo, escribiendo en mi cuaderno estas mismas palabras para no quedarme dormido mientras Nela intentaba dormir a mi lado. Una lancha colectivo me marcaba cada veinte minutos el paso del tiempo, haciendo mover la estacion como una balsa. A las dos horas cambiamos la guardia y pude dormir un poco, hasta que a las cuatro y media abrieron la estacion y nos tiramos en el rincon de antes.

Dia II

7:00am. "Good morning. Stand up." Abro los ojos y veo un policia mirandome fijo. Ser echado de un pedazo de piso donde dormias es bastante denigrante, pero nuestro orgullo se recupero pronto y emprendimos la marcha hacia un nuevo dia en Venecia.

Primer objetivo, encontrar donde dejar las mochilas. El primer cura que abordamos nos mando a un hostel parroquiano que seguro nos las guardaba por una contribucion. Cuando llegamos al lugar, la recepcionista entendio que nos habiamos hospedado y queriamos dejar las mochilas hasta que partiesemos. Para que intentar explicarle cuando todos quedamos satisfechos.

Nuestro siguiente destino fue el barrio del antiguo ghetto judio. Casas lindas, una plaza espaciosa, todo iba muy bien hasta que pasamos por un centro de estudio de la Torah, lleno de judios ortodoxos rezando y meciendose. Mientras pasabamos por la ventana vimos como uno de los presentes, con una abundante barba, enfilaba hascia nosotros y mirandome a mi pregunto:

- De donde vienen?

- De Argentina.

- Sos judio?

- No.

- Ah.

- Tutto bene?

- Bene grazie a Dio.

- Ah.

Fin de la conversacion.

Asi fue como habiendo sido tomado por judio una vez mas nos fuimos a mirar la laguna sentados en un banco. La maniana se paso yendo de un barrio a otro, conociendo nuevos canales, nuevos puentes, nuevas gelaterias. Pasamos por la Universidad, poblada con los primeros jovenes italianos que veiamos, y por un astillero de gondolas.

Despues de almorzar nuestros ya clasicos sandwiches de queso con manzanas de postre, volvimos a la Piazza San Marcos a dormir una siestita tirados en el parque verde de al lado. Renovados por el suenio, fuimos a ver la iglesia por dentro. Tras una larga cola bajo el sol, el guardia de la puerte le cerro el paso a la seniorita Mayer por llevar un escandalosamente heretico short de jean. Por ende, entre solo. San Marcos es diferente a cualquier iglesia que haya visto, la mezcla del cristianismo catolico con el arte bizantino crea algo unico, casi mistico. Para ver de cerca el altar, dos euros, para ver el tesoro, cinco euros. En Venecia, nada es gratis, en serio. Sali rapido para no plantar a Nela y tras darle mi remera para hacer una extension de su falda, la espere en cuero estoicamente sentado entre dos alemanes.

Nos despedimos de la Plaza San Marcos para sumergirnos nuevamente en las callejuelas venecianas. Cruzamos el Gran Canal por el puente Rialto, una mole blanca con joyerías y otros negocios, algo así como el equivalente al Ponte Vechio. La visión que se tiene del canal es hermosa. Por donde deberían estar pasando autos y camiones, se abren paso por el agua verdusca góndolas y lanchas de todo tipo. Taxis, policías, ambulancias, basureros, todo se adapta al extranio y único ecosistema veneciano. Una vez del otro lado, nos dedicamos a descubrir los barrios de S. Polo y Santa Croce. Quizás un poco faltos de canales, parecerían pertenecer a cualquier ciudad, sin perder por eso el encanto de sus calles.

Por fin nos encontramos con el gran puente que lleva a la estación de tren. Siguiendo el camino volvimos al hostel para cocinarnos unos fideos con atún e irnos. Mientras la chef Mayer preparaba la comida, y yo escribía, empezamos a hablar con Hugo, un cirujano de México D.F. en extremo macanudo. Junto con él había un chino de Shangai, quien no paraba de decirme ''Argentina, don't cry for me'', y que me contó que en China era muy popular el musical de Evita. El mundo no puede ser más raro. Con la panza llena y con ganas de habernos quedado en ese hostel con Huguito y el chino nos fuimos para tomar el tren a Ljubljana. Ciao Italia!

En el viaje nos sentamos con un inglés chistoso y su hija, quienes iban a Zagreb, Croacia, únicamente para ver jugar a la selección inglesa. Aparte de ellos, no faltaba el grupo de ingleses gritones quienes no tardaron en convertir el vagón en un pub rodante. El tren, de origen húngaro, nos regaló primero un calor insoportable, obligando a los ingleses a ponerse en cuero, para después deleitarnos con un aire acondicionado siberiano.

Llegamos a la capital eslovena alrededor de las dos de la maniana. El primer tren a Bled, nuestro próximo destino, no salía hasta las diez, por lo que no vimos inconveniente alguno en sumarnos a un grupito de inglesas acostadas en el pasillo subterráneo que unía los andenes. El único problema fue que a los cinco minutos las doce inglesas se fueron y los dos bultos que adornaban el pasillo pasaron a verse bastante patéticos.

La fanfarria de los gordos, de G.Ferro

2 comentarios:

Anónimo dijo...

impecable el relato. Estoy casi seguro que es el mismo tipo de la oficina de turismo de la estacion santa lucia el que los recibio... a nosotros nos ubico en un hotel ariel silva creo... un capo.

belenpictures dijo...

me encanto enano, sos un escritor nato y las fotos parecen postales.
sigan disfrutando que les queda poco, besos, los kiero,
beli